La Escuela para Bomberos en Español: los primeros 50 años

De Tony Beckwith

A medida que se va acercando el quincuagésimo aniversario de la Escuela en Español, resulta oportuno tomar una pausa para remontarnos al pasado y reflexionar sobre la historia de esta institución. La Escuela es mucho más que una mera lista de fechas y curricula; muchísimo más que una acumulación de cincuenta semanas de clases y ejercicios prácticos. A lo largo de cinco décadas han desfilado por ella, literalmente decenas de miles de hombres y mujeres que han viajado muchos kilómetros, para pasar unos días a pleno sol del verano tejano en el Campo Brayton. Algunos tuvieron que enfrentar grandes dificultades y pagar los gastos correspondientes de su propio bolsillo y aun así siguen viniendo, año tras año. ¿Cuál es su motivación? ¿Qué sacan ellos del viaje? Hay un factor innegable: la Escuela refleja los valores fundamentales que tienen en común todos los socorristas, sea cual sea su disciplina o país de origen—Honor, Respeto y Tradición.

Se sembraron las semillas de la Escuela en 1950 cuando Henry D. Smith se incorporó como instructor a la Escuela para Bomberos Municipal de Texas A&M en College Station. Ese mismo año Salvador Lambretón Narro asistió a la Escuela por primera vez, seguido pocos años después por el Ing. Jorge Suárez Peredo y Rendón. Estos tres señores se aunaron para lograr un mismo objetivo, motivados por una misma inquietud. Para ellos resultaba evidente que las barreras de carácter lingüístico y cultural impedían la amplia propagación de los esfuerzos didácticos de la Escuela enfocados en la elevación de niveles profesionales entre bomberos de habla hispana. Fueron ellos los que abrieron las puertas de la Escuela a una larga y mutuamente beneficiosa relación con las comunidades de bomberos en todos los países latinoamericanos.

Henry Smith nació en San Antonio, Texas el 3 de marzo de 1917 y se crió en Kingsville, Texas. Se vinculó al servicio de bomberos en 1941. Fue Jefe de Bomberos de la ciudad de Harlingen de 1947 a 1950, cuando se incorporó a la Escuela para Bomberos de la Universidad de Texas A&M como instructor. Fue nombrado Director de la División en 1957.     

Salvador Ángel Lambretón Narro (1919–2015) nació en Monterrey, México. Siendo Director de Seguridad, Prevención contra Incendios, y Brigadas y Cuerpo de Bomberos Industriales en la empresa Técnica Industrial, S.A. en Monterrey, asistió a la Escuela Municipal por primera vez en 1950. Regresó casi todos los años durante el resto de su vida para servir como instructor, miembro del Comité Directivo y Distinguido Asesor de la Escuela que ayudó a fundar.  

Jorge Suárez Peredo y Rendón (1924–2010), Ingeniero Químico y Químico Metalúrgico, nació en la Ciudad de México. En los primeros años de la década del cincuenta fue nombrado Director General de la Asociación Mexicana de Higiene y Seguridad (AMHSAC), y al poco tiempo se inició en la costumbre de asistir a la Escuela Municipal en College Station. Fue uno de los actores clave en la organización de la Escuela en Español.

En 1965, el Jefe Raúl Gándara, presidente de la Asociación Internacional de Jefes de Bomberos, asistió a la Escuela Industrial en representación de Puerto Rico. Durante la semana Gándara se reunió con Lambretón, Suárez Peredo y demás interesados para discutir la idea de dictar cursos en español sobre combate de incendios. Le plantearon la idea al Jefe Smith, quien no vaciló en darles permiso para crear un equipo de instructores de habla hispana, que tomarían los cursos necesarios para aprender cómo instruir a los alumnos latinoamericanos en el uso de los simuladores del Campo Brayton. Por cierto que el campo se bautizó en honor al Coronel H.R. Brayton, profesor de química en la Universidad de Texas A&M, quien fuera nombrado Director de la recién inaugurada Escuela Municipal en el año 1931. El Coronel tuvo una larga e ilustre carrera con la División y cuando falleció en 1957 fue reemplazado por Henry Smith.

La Escuela Municipal, ya tenía fama en el estado de Texas, pero no alcanzó repercutir a niveles nacionales e internacionales hasta que se inauguró el Campo Brayton de Capacitación para Bomberos en 1960, junto al Aeropuerto Easterwood en las afueras de College Station. Anteriormente a esa fecha los cursos y ejercicios prácticos, se ofrecían cerca del Edificio Académico en lo que vendría a llamarse Hensel Park, al noroeste de la Universidad de Texas A&M. Ese primer Campo Brayton ocupaba un terreno de 26 acres (10.5 hectáreas). Hoy el campo es diez veces más grande; en 2016 el terreno, que incluye el Complejo de Capacitación Ciudad Desastre (Disaster City®), abarca un total de 296 acres (casi 120 hectáreas). Lo que antes era un terreno de puro barro, donde había que extraer a los alumnos de sus botas cuando se les quedaban hundidas en el barro, hoy se ha convertido en el campo de entrenamiento para bomberos más integral del mundo.     

La Escuela en Español arrancó en 1966 con 23 alumnos, como una entidad autónoma dedicada a la instrucción de bomberos del mundo hispanohablante. La Escuela tendría muchísimo éxito a lo largo de los años, atrayendo cada vez más bomberos de los países de habla hispana y portuguesa en América Central, América del Sur, Europa y África. Este éxito se logró y se sigue logrando gracias al infatigable esfuerzo de incontables colegas de muchos países que contribuyeron con su tiempo y su talento a la creación y el desarrollo de la Escuela. Esos vínculos son fiel reflejo de las estrechas relaciones que existen entre asociaciones y departamentos de bomberos en todo el mundo y entre los mismos bomberos: hombres y mujeres que reconocen que “llegan a la Escuela como desconocidos pero se van como hermanos y hermanas.”

Vinieran de donde viniesen, cuando llegaron los visitantes y sus familias a College Station les esperaba una cálida acogida: el Club Amigos de Bryan era un grupo de residentes locales de descendencia mexicana. Se enteraron de que asistían bomberos latinoamericanos a la Escuela en el mes de julio y, sabiendo que muchos de ellos no se expresaban en inglés, decidieron ofrecerse para ayudarlos. Las esposas de los alumnos, en particular, agradecían el apoyo de los voluntarios del Club, porque éstos las paseaban por Bryan-College Station, les servían de intérprete en las tiendas locales, y las hacían sentirse como en su casa. Una de las contribuciones más queridas y memorables del Club fue la Noche de la Sandía. A mitad de semana, los Amigos llevaban un camión cargado de sandías al Campo Brayton, donde estacionaban a la sombra debajo de los árboles. Después de cenar en el comedor del Campo, a las 5 de la tarde, los alumnos se acercaban para disfrutar la sandía fresca y escuchar música mexicana en un tocadiscos que también traían los Amigos. Así refrescados, los bomberos regresaban al Campo para seguir con sus ejercicios hasta las 9 de la noche. ¡Qué días aquellos!  

 Muchos representantes de la comunidad bomberil latinoamericana se juntarán en College Station en julio de 2016 para festejar el 50 aniversario de la fundación de la Escuela. Seguramente el servicio conmemorativo, que tradicionalmente se celebra a primera hora del miércoles, será una experiencia emotiva para los concurrentes. Algunos de ellos vendrán acompañados de sus hijos quienes seguirán la tradición. Esta nueva generación representa el futuro de la comunidad, un futuro evidentemente prometedor. Pero hoy, recordemos el pasado.  

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